Invictus es el nombre de la nueva apuesta de Clint Eastwood, dónde se nos muestra la historia de una Sudáfrica que tras la abolición del apartheid acoge entre reticencias y aplausos la presidencia de Nelson Mandela, un dirigente que como estrategia de unificación de un país dividido y enfrentado va a utilizar un nexo deportivo representado por la selección de rugby, dónde su capitán, François Pienaar, jugará un papel determinante.
La evolución cinematográfica de este director venía dejándonos ya un muy buen sabor de boca en películas como Million Dollar Baby o Gran Torino, por lo que pronto se desató la pregunta de si este film era mejor que los anteriores o simplemente uno más. Sinceramente no me veo capacitado para responder, pero lo que si que puedo decir es que Invictus es un buen largometraje, bien realizado y que deja una grata sensación cuando empiezan a aparecer los créditos finales, en los que se homenajea a los autores reales de la historia y se pretende dar mayor fidelidad a la narración.
A nivel interpretativo destacaría sin lugar a dudas a un Morgan Freeman que, a pesar de que los años cada vez le pesan más, da la talla en cada papel que se le asigna (y éste por supuesto no iba a ser una excepción) y que tal vez por su pública cercanía a N. Mandella en la vida real, tal vez por su calidad interpretativa o tal vez y seguramente por un poco de ambas, nos presenta durante sus más de dos horas de metraje a un presidente complejo emocionalmente, humano y sobre todo verídico.
No en igual medida pero tampoco de manera inmerecida resalta el papel de Matt Damon, quien bien dirigido interpreta a un reflexivo jugador de rugby con importante peso en la historia. Sin embargo me gustaría subrayar que, pese a una muy buena interpretación, éste no ha sido ni mucho menos el papel de su vida y desde mi punto de vista ya tiene asumida la derrota en los Oscar frente al imparable Cristoph Waltz.
En el plano técnico me veo en la obligación de destacar principalmente una muy buena escenografía que a través de planos espaciales llevan a cabo una más que satisfactoria ambientación del país, dónde las diferentes áreas raciales nos muestran sus límites mediante una reconstrucción paisajística asombrosa. Sin embargo estos planos exquisitos no son un “unicum” dentro de la película sino que también se nos demuestra ese detallismo en las diferentes escenas de juego, dónde la cámara se “mancha de barro” y nos permite casi participar en primera persona en los diferentes partidos de rugby.
En cuanto al montaje del film solo resaltaría algunas “puntillas” que destacan en el conjunto pero que no merecen mayor mención, tratándose simplemente de un trabajo adecuado, como también es el caso de la banda sonora, dónde se nos deleita con una variada musicalidad, desde mi punto de vista intencionada, que es capaz de transmitirnos las diferentes emociones que expresa el largometraje. Sí que diré que algunas de las canciones que conforman el tracklist entran en ocasiones de manera forzada en la escena y por consecuente en nuestros oídos.
Finalmente me gustaría añadir que es una película que a través de los primeros planos y del montaje de varias secuencias de situación en diversos momentos (una de esas buenas “puntillas” a las que he hecho referencia) consigue obtener un buen ritmo que, contando con el punto a favor de jugar con un guión más o menos ligero, logra transmitirnos la evolución de un país a través de una escala tanto micro como macro sin llegar a perder ni la fuerza ni la armonía en todo su metraje.
PUNTUACIÓN: 8
La evolución cinematográfica de este director venía dejándonos ya un muy buen sabor de boca en películas como Million Dollar Baby o Gran Torino, por lo que pronto se desató la pregunta de si este film era mejor que los anteriores o simplemente uno más. Sinceramente no me veo capacitado para responder, pero lo que si que puedo decir es que Invictus es un buen largometraje, bien realizado y que deja una grata sensación cuando empiezan a aparecer los créditos finales, en los que se homenajea a los autores reales de la historia y se pretende dar mayor fidelidad a la narración.
A nivel interpretativo destacaría sin lugar a dudas a un Morgan Freeman que, a pesar de que los años cada vez le pesan más, da la talla en cada papel que se le asigna (y éste por supuesto no iba a ser una excepción) y que tal vez por su pública cercanía a N. Mandella en la vida real, tal vez por su calidad interpretativa o tal vez y seguramente por un poco de ambas, nos presenta durante sus más de dos horas de metraje a un presidente complejo emocionalmente, humano y sobre todo verídico.
No en igual medida pero tampoco de manera inmerecida resalta el papel de Matt Damon, quien bien dirigido interpreta a un reflexivo jugador de rugby con importante peso en la historia. Sin embargo me gustaría subrayar que, pese a una muy buena interpretación, éste no ha sido ni mucho menos el papel de su vida y desde mi punto de vista ya tiene asumida la derrota en los Oscar frente al imparable Cristoph Waltz.
En el plano técnico me veo en la obligación de destacar principalmente una muy buena escenografía que a través de planos espaciales llevan a cabo una más que satisfactoria ambientación del país, dónde las diferentes áreas raciales nos muestran sus límites mediante una reconstrucción paisajística asombrosa. Sin embargo estos planos exquisitos no son un “unicum” dentro de la película sino que también se nos demuestra ese detallismo en las diferentes escenas de juego, dónde la cámara se “mancha de barro” y nos permite casi participar en primera persona en los diferentes partidos de rugby.
En cuanto al montaje del film solo resaltaría algunas “puntillas” que destacan en el conjunto pero que no merecen mayor mención, tratándose simplemente de un trabajo adecuado, como también es el caso de la banda sonora, dónde se nos deleita con una variada musicalidad, desde mi punto de vista intencionada, que es capaz de transmitirnos las diferentes emociones que expresa el largometraje. Sí que diré que algunas de las canciones que conforman el tracklist entran en ocasiones de manera forzada en la escena y por consecuente en nuestros oídos.
Finalmente me gustaría añadir que es una película que a través de los primeros planos y del montaje de varias secuencias de situación en diversos momentos (una de esas buenas “puntillas” a las que he hecho referencia) consigue obtener un buen ritmo que, contando con el punto a favor de jugar con un guión más o menos ligero, logra transmitirnos la evolución de un país a través de una escala tanto micro como macro sin llegar a perder ni la fuerza ni la armonía en todo su metraje.
PUNTUACIÓN: 8
1 comentarios:
A mí me pareció que intentó mezclar demasiadas cosas y se notaba que era un encargo con cierto tipo de directrices.
Técnicamente me parece muy buena, haciendo algunas apuestas en cuanto a planos bastante atrevida para lo que es Clint y la foto como dices muy buena, tanto por los paisajes de Sudáfrica como por cierta escena "nocturna".
Por cierto, en realidad no hay un buen retrato ni político ni humano de Mandela, porque como político sólo se centra en su utilización como vehículo de unificación el Rugby pero de las medidas políticas, sociales y económicas no se habla en ningún momento, y sobre el apartado humano también falla porque se le presenta como un "semi-dios" sólo hacíendole humano con algunos clichés como "el hombre abandonado por su familia", "su familia es el pueblo de Sudáfrica", etc..
Por cierto, sobre la banda sonora hay algunas partes que son totalmente "poperas" que a mí me sobran pero bueno viniendo de quien viene entiendo porque lo aceptó :D
Un saludo.
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